La Tierra se calienta porque el ser humano suelta gases que atrapan el calor, principalmente, por la quema de combustibles fósiles (que provienen de los restos de plantas y animales, y son petróleo, gas natural y carbón). Estos gases se llaman gases de efecto invernadero. Las emisiones de estos gases se ha multiplicado en el último siglo debido al aumento de la población, la actividad industrial y del transporte. El aumento del calor produce el deshielo de los glaciares y bancos de hielo, aumento del nivel del mar, fuertes tormentas, vientos y sequías. Todos estos cambios están sucediendo más rápido que nunca y los ecosistemas tanto terrestres como acuáticos (vegetales y animales) no pueden adaptarse a esa velocidad mediante procesos evolutivos naturales. Por ejemplo, especies como los pingüinos emperadores en el hemisferio sur y los osos polares en el hemisferio norte, se ven seriamente afectadas por la variación de la temperatura en sus hábitats.