Las facultades de ingeniería tienen una doble misión: formar los profesionales que el país necesita y desarrollar la investigación técnica y científica, fundamento del progreso del mismo. Ambas misiones son interdependientes y se cumplen en niveles distintos: puede considerarse aceptable la primera, pero necesariamente debe mejorársela; con muy pocas excepciones, la segunda se cumple en forma extremadamente discreta. Desarrollaremos algunos puntos de vista que tienden a contribuir a la solución del problema. El título de ingeniero otorgado por una Universidad debe corresponder a una enseñanza de máxima jerarquía técnico-científica. Para alcanzar este nivel se necesita: 1. Un personal docente altamente capacitado; 2. Alumnos con vocación y aptitudes; 3. Laboratorios bien equipados; 4. Un plan de estudio adecuado. No obstante contar con un material humano que podemos calificar como muy bueno, las condiciones 1 y 2 no se cumplen satisfactoriamente en nuestras universidades.