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Esta tesis es el resultado de una investigación interdisciplinaria sobre una de las problemáticas agrarias del sigo XX y XXI en nuestro país: las transformaciones territoriales producidas por el agronegocio. Se realizó un estudio etnográfico sobre las estrategias de resistencia e integración durante la consolidación del agronegocio en el Partido de Junín. Provincia de Buenos Aires entre 1996-2016. La investigación tuvo lugar entre junio de 2015 y diciembre de 2019, incluyó entrevistas y observación participante para generar datos cualitativos, se utilizaron herramientas cartográficas para ubicar espacialmente los lugares de estudio. También se incorporó la técnica de mapeo colectivo en un taller participativo con la construcción de cartografía social (Iconoclasistas, 2013) para poder identificar en una imagen satelital de la zona los lugares que los actores de esta tesis consideran son afectados (o no) por las fumigaciones. La generación de datos cuantitativos se realizó a partir de fuentes secundarias y revisión bibliográfica. En este sentido, se analizan los usos hegemónicos del territorio del agronegocio, específicamente el uso de semillas genéticamente modificadas, siembra directa (incluyendo maquinaria agrícola) y uso de agrotóxicos. Se estudian los procesos de incorporación de estas semillas en el territorio y se presentan las magnitudes en que se utilizan los agrotóxicos en la producción agraria en la zona de estudio, se caracterizan los riesgos de los productos químicos para la salud humana descriptos en la literatura científica y se explora dentro de esa producción de conocimiento la dinámica hegemonía-contra hegemonía caracterizando los actores sociales que encarnan esa dinámica en el Partido de Junín. En base a esos datos se interpretan los sentidos que circulan localmente sobre los agrotóxicos y el riesgo que comportan para la salud y el ambiente. Se concluye que la tensión entre hegemonía contra hegemonía al interior de la práctica científica no es ajena a las políticas públicas ni a las relaciones de poder con las empresas trasnacionales, y se expresa localmente en distintos actores sociales. Estas tensiones y relaciones de poder hacen que hipotetizar, o comprobar con evidencia científica fundada, que los agrotóxicos pueden ser peligrosos para la salud humana, aun bien aplicados y en dosis subóptimas, no gane poder en las relaciones sociales. Esto es válido aun cuando se trate de evidencias publicadas como poster en un congreso, como paper o como libro, sea cual fuera la valoración de la editorial o revista dentro de la comunidad científica. El dispositivo de legitimación de la ciencia demuestra tener poco poder para construir hegemonía en la política del agronegocio pampeano. La palabra autorizada para quiénes portan el discurso hegemónico circula por otros canales: charlas de idóneos en ferias de producción como Expoagro, folletos, páginas web, redes sociales de empresas o corporaciones de productores, las agronomías, y la llamada literatura gris. Con relación a las estrategias de resistencias descubrimos que las mismas transitan por distintos caminos, la solidaridad y lealtad de los productores, el discurso oculto (Scott, 2003), la acción colectiva contra las fumigaciones y la transformación del modo de producción con la implementación de la agroecología. Entendemos las relaciones de lealtad y solidaridad entre productores rurales como una práctica social que permite resistir y no perder su producción. En este sentido, la construcción social de los sentidos nativos del riesgo está atravesada por la dinámica hegemonía-contra hegemonía. Tres categorías nativas dan cuenta de esa dinámica localmente, son ellas matayuyo, remedio y veneno. La denominación local del glifosato y otros agrotóxicos como matayuyo o remedio implica que la agencia de la sustancia se representa contra la vegetación y no contra la vida animal o humana, invisibilizando las consecuencias de la exposición permanente a él y por lo tanto minimizando la percepción del riesgo. Por otra parte, las categorías nativas de remedio o veneno para referirse a las mismas sustancias marcan un cambio de agencia. En este caso se trata del pasaje de la sumisión a la acción colectiva, pues se reconoce que pasa de curar a matar. Por ello se afirma que nombrar veneno a los agrotóxicos es una de las formas que adopta la resistencia al modelo. Esta resistencia se manifiesta como discurso oculto (Scott, 2003) y en privado, ya que en Junín la hegemonía performática de las Buenas Prácticas Agrícolas impide que se exprese el riesgo de enfermar por agrotóxicos como sufrimiento social, siendo las intoxicaciones un relato permanente de casos aislados relegados al secreto en el interior de los hogares. En este sentido, también forman parte de la resistencia a las acciones colectivas organizadas en pos de establecer límites a las fumigaciones y los profesionales de la salud y científicos que se comprometen estudiando las consecuencias de los agrotóxicos a la salud y el ambiente. A su vez, los registros de producciones agroecológicas en la zona (“El Huerto Interior”) permiten pensar que hay una oportunidad de transformaciones territoriales en pro de un uso solidario del territorio, garantizando la seguridad y soberanía alimentaria argentina.