Haciendo práctico y llevándolo a sus ultimas consecuencias pedagógicas el aforismo que enunciara antiguamente el genial Aristóteles, en su Tratado del Alma, al establecer que nada hay en la inteligencia que no haya pasado previamente por los sentidos, es que los pedagogos contemporáneos han admitido como verdad indiscutible y como principio único que la enseñanza, primaria especialmente, debe caracterizarse por su índole intuitiva y experimental.