El reconocimiento de la naturaleza como la vida misma es propio del pensamiento de los pueblos originarios y se identifica con los preceptos de la sostenibilidad. No obstante, el avance de la civilización permite observar los graves impactos que el medioambiente sufre.
En este sentido, se pone de manifiesto la necesidad de incrementar la participación de la sociedad civil sobre todo en lo relativo a la consulta y cooperación de los pueblos originarios, los cuales pueden sumar su conocimiento. De esta forma, la democracia y la gobernanza regional serían un paraguas eficiente para los principios medioambientales que yacen en el pensamiento indígena ancestral.