En nuestro país, la cuestión de cómo debe formarse hoy en una universidad pública unx profesxr de filosofía para la escuela secundaria, es prioritaria. Y esto es así no sólo porque atravesamos un momento histórico de inflexión en el que tanto la organización de los saberes curriculares como las formas de enseñarlos son puestos en tensión en una escuela secundaria tan compleja como el mismo entramado social, sino porque asistimos, simultáneamente, a una extensión inédita de esta enseñanza secundaria que en nuestro país desde 2010 tiene carácter obligatorio y a una notoria percepción social de que todo lo que ella “brinda”, incluso la materia Filosofía, claro, carece del más mínimo sentido e/o interés. Este cuadro de situación, como sabemos, no es privativo del sistema educativo nacional argentino (Esteve, 2006).
Es esta complejidad que atraviesa a la escuela y a nuestra propia práctica de enseñanza de la filosofía en ella, la que nos obliga a repensar la formación inicial de lxs futurxs profesores de filosofía que se propicia desde las universidades nacionales públicas estatales.
Para avanzar en esta reflexión es que nos planteamos analizar qué formación y especialmente, qué formación docente reciben hoy lxs futurxs profesores que se forman en los profesorados universitarios con los que contamos en el país. En particular, el presente trabajo analizaremos cuatro de estos profesorados con más historia: los que se dictan en la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), el de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (UBA), el de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC) y el que se dicta en la Universidad Nacional de Tucumán (UNT).