Hace ya unos días habrá notado quien lea este texto que al escuchar un mensaje de audio de la aplicación whatsapp, existe ahora la opción de acelerar la reproducción de dichos audios. Este proceso, llamado en la jerga de edición sonora como stretching, tiene dos efectos sobre los sonidos sobre los cuales se aplica (en este caso la voz): 1-reduce la duración de la muestra acercando los eventos sonoros entre si, y al hacer esto 2-deforma el ritmo y timbre de dicha muestra (dependiendo de la transformación que se use). Estas sonoridades no son nada novedosa, claro está, ya hace años esta misma “técnica“ se utiliza en las propagandas radiales, por lo general en la parte en la cual se comunican ciertas condiciones del producto a vender, con el fin de ahorrar aire y dinero. Otro cambio que habrán notado es la voz que nos indica, desde hace unas semanas, cuando alguien graba la conversación de zoom, que la charla está siendo grabada. La interface nos indica que eso que intercambiamos en ese momento, se grabará en la nube y viajará de aquí para allá. Este aviso no es sólo un aviso, es también un acuerdo. La interface nos propone un acuerdo en su uso. Pero ¿qué hay detrás de esta deformación de la voz humana en los mensajes de audio de whatsapp y de esta nueva voz y su acuerdo en zoom? [Extracto a modo de resumen]