Una de las características sobresalientes de la enseñanza y el aprendizaje en la actualidad es la integración del aula real con espacios de enseñanza virtual. Esta hibridación de paisajes de aprendizajes reales y virtuales, como sostiene Hernando Calvo (2015), posibilita nuevas formas de aprender caracterizadas por el acceso a contenidos de forma ubicua y multimodal, y por una mayor autonomía, dado que pueden explorarse diversas opciones y tomar decisiones acerca de los propios recorridos.
Es fundamental que nuestras prácticas se beneficien del repertorio de experiencias virtuales que los estudiantes tienen en su vida cotidiana y las utilicen como punto de partida para generar procesos de aprendizaje que sean más profundos y enriquecedores. Esta propuesta implica, como lo sugiere Maggio (2017), salirnos de los modos de la didáctica clásica que sigue siendo hegemónica en las prácticas de enseñanza en nivel superior y adentrarnos en nuevas configuraciones didácticas que combinen los universos online y offline tal como los vivencian nuestros estudiantes hoy en día.