En 2014 inicié mi trabajo en territorio en el marco de proyectos de extensión e investigación en el barrio Las Quintas (La Plata). En tanto integrante del proyecto, me propuse acompañar los procesos de organización colectiva, los espacios de reunión recreativos y formativos que se fueran generando. Estas instancias me permitieron conocer el barrio y a sus habitantes desde otras tramas: los afectos, la familia, el trabajo, el cuidado, la lucha, la organización colectiva, los conflictos...en fin, la vida cotidiana. Entramándome en lo cotidiano observé prácticas colectivas que identifiqué como formas de cuidado comunitaria, como un modo de “sostener la vida” (Pérez Orozco, 2015, p.3-4). En este caso, me refiero a modalidades en las cuales sus habitantes cuidan de sí, de otras/es y de todas/es, como una forma de afrontar la violencia, la pobreza y la vulnerabilidad cotidiana: poniendo el cuidado de “la vida en el centro” en tanto que sostenimiento de las condiciones de posibilidad de vidas dignas de ser vividas (Pérez Orozco, 2015,p.3). En el caso que traigo, las prácticas registradas fueron marcando una cartografía de cuidados colectivos donde la vida se resguardó comunitariamente