La Genotoxicología comprende el estudio de la acción nociva de xenobióticos sobre los componentes hereditarios de los seres vivos y las consecuencias que su exposición genera sobre los ecosistemas y la biota. Por lo tanto, los xenobióticos pueden ser agentes físicos tales como la temperatura, luz ultravioleta, radiaciones ionizantes, radiaciones electromagnéticas; agentes químicos, tales como metales, halógenos, ácidos orgánicos e inorgánicos, entre otros y agentes biológicos tales como algunos parásitos, bacterias, hongos y virus (Repetto Jiménez y Reppeto Kuhn, 2009). Esta disciplina estudia las modificaciones de la estructura genética y sus manifestaciones en la reproducción de la célula, tejido o del individuo, en procesos conocidos como mutagénesis, carcinogénesis y teratogénesis. Todo agente xenobiótico capaz de interactuar de manera negativa, tanto física como químicamente, con las bases del ADN y alterar su estructura es considerado un mutágeno. Por otro lado, el término “genotóxico” es más amplio, ya que incluye los agentes que inducen no sólo mutaciones sino cualquier otro tipo de daño acontecido en el ADN celular (Mudry y Carballo, 2006).