Inmersos en un contexto repleto de neologismos, sobresale aquel definido como VICA (volátil, incierto, complejo y ambiguo), asociado a un imperativo de rendimiento exasperante, a la vez que acompañado de una considerable sobreestimulación sensorial e informativa (Simmel, 1907; Chul Han, 2015; Illouz, 2018). Es significativa la abundante oferta de nuevos discursos que abordan la (auto) gestión de las emociones en el plano de la vida personal, cristalizándose en propuestas como el Life Coaching, el Mindfullness, o la Astrología Cabalística, las cuales invitan a desacelerarnos de la vorágine cotidiana para llevar adelante un trabajo de introspección, promoviendo una revisión permanente de nuestras emociones y conductas.
A partir de estas propuestas consideradas “'disciplinas del bienestar”, nos interesa visibilizar en primer término, el notorio aumento de la responsabilización individual presente en sus narrativas, apelando a prácticas y/o discursos emotivos universalistas (Ekman, 1980), a la vez que diluyendo los diferentes contextos sociales (Lutz, 1988). La propuesta de planetarizar determinados regímenes de emocionalización (Scribano, 2009) se centralizaría así en ofrecer soluciones biográficas a crisis de carácter sistémico. Nos interesará entonces en segundo término, y a partir de ello, identificar la manera en que se articulan los principales aportes propios de estas disciplinas con el mundo del trabajo contemporáneo.
Nuestra producción de carácter exploratorio se propone una indagación a partir de las siguientes preguntas /ejes: ¿Cómo se articulan estos discursos con las nuevas dinámicas laborales? ¿Por qué el marcado énfasis en depurar los cuerpos de cierta emocionalidad ‘tóxica’? ¿Son acaso estas emociones negativas el nuevo estorbo al despliegue del capital?