El interés por el aprovechamiento del carbón mineral de nuestro subsuelo ya se puso de manifiesto en los albores de la nacionalidad, cuando en el año 1813 la Asamblea sancionó la ley para fomento de la minería, en la que se contemplaba declarar ciudadanos argentinos a quienes promovieran trabajos de tal índole, específicamente en vetas de carbón. Podríamos decir que desde entonces, y acompasado a las circunstancias históricas que vivió el país, se fueron sucediendo intentos de variadas magnitudes tendientes a evaluar o beneficiar los depósitos de dicho mineral que integran el patrimonio subterráneo.