Se trata de una reflexión acerca de cómo a partir del trabajo de campo se ponen en tensión categorías previas acerca de la diferenciación entre lo urbano y lo rural. Al considerar a lo urbano como un modo de vida, más que como una clasificación que refiere a características sobre espacio y número de habitantes, se pudo observar que pequeñas poblaciones de la prepuna de Catamarca pueden sin dificultad ser caracterizadas con categorías propias de lo que en estudios clásicos consideran exclusivo de "lo urbano" o las grandes metrópolis. Se trata de pueblos donde sus habitantes tienen como experiencia central el hecho de permanecer fuera periodos considerables de tiempo y gran parte de su vida sucede en tránsito de un lugar a otro, por lo que sus relaciones sociales, las que constituyen el entramado de su vida cotidiana, se establecen no solamente "cara a cara" (como podría suponerse si hablamos de "comunidades" o de pueblos pequeños) sino, y en algunos casos de manera fundamental, a través de la distancia.
La circulación de personas y de mercaderías es parte de la experiencia de habitar el pueblo, porque las personas no viven los límites geográficos de la localidad como fronteras en el despliegue de sus vidas.