Nuestra vida en sociedad está hecha de interacciones con otros. Nos referimos a esa red de relaciones con la que la perspectiva sociológica intenta comprender la sociedad y sus procesos. El establecimiento de la interacción social supone la movilización simbólica entre actores sociales que interactúan posicionados simétrica o complementariamente en la estructura. Y entre “esos otros” que compiten por nuestra atención, o a quienes nosotros se las brindamos, se encuentras los actores de los medios de comunicación. Por eso se ha dicho y con razón, desde determinados estudios culturales, que los medios se integran a nuestras actividades cotidianas, en términos de continuidades y rupturas, como también lo hacen nuestros vínculos familiares, de amistad, comunitarios etc. En este sentido, la comunicación mediática no puede ser separada de la comunicación interpersonal sostenemos en esta presentación. Pues los contactos mediáticos son actores de conversación integrados a la totalidad de nuestras conversaciones.
Partiendo de este supuesto central, este trabajo explica una perspectiva de comunicación que la contextualiza en el terreno de la cultura, esto es como práctica significante en el marco de una concepción antropológica particular. Teóricamente, esto implica pensar en que la cultura cobra vida en las relaciones sociales. En consecuencia, ello conduce a considerar a la comunicación mediática en el terreno de nuestras interacciones cotidianas, adjudicándoles, tanto a los medios como a las audiencias, en situación interactiva, la cualidad de reproductores de la significación social, al tiempo que productores de la misma. Sin embargo, advertimos en el desarrollo de nuestro enfoque, que este tipo de interacción mediada por la tecnología, es al tiempo un tipo particular de interacción, en cuanto que distribuye de manera no equitativa las competencias culturales de ambas partes involucradas en el proceso. Es decir, dicho proceso se produce bajo determinadas condiciones de desigualdad históricamente situadas de los interactuantes y por medio de códigos culturales diferenciados. Esto supone pensar la relación públicos y medios como una construcción cultural en común que no puede ser escindida de un contexto cultural exterior que condiciona, de manera particular, el proceso de interacción al momento del encuentro.