¿Cómo comprende la sociedad a la muerte? ¿Sigue manteniendo la firmeza en el pensamiento al igual que generaciones pasadas? ¿La esperanza de trascender genera aferrarse a una creencia religiosa? ¿Las ritualidades las concebimos por nuestra cultura? ¿Las costumbres son impuestas por necesidad personal? ¿Hay diversificación en los grupos etarios sobre las creencias? La epistemología estudia los fundamentos y métodos del conocimiento humano, es por esa razón que la temática abordada en la perspectiva de la Comunicación Social, refieren a los elementos asignados al esquema “producción social de sentidos”, a través de diálogos y observaciones en relación a la muerte con el lugar de descanso eterno, mediante las prácticas y esculturas, reflejadas en un contexto posmoderno en relación con las representaciones pasadas.
Los estudios sociales conceptúan a la comunicación como la producción social de sentidos, a partir un lenguaje que interpela a los sujetos y de las señas que los construyen, surgen las posibilidades de transformar el mundo. Rosa Buenfil Burgos define al discurso en la medida en que es constitutivo de lo social, es el terreno de constitución de los sujetos, desde el cual se proponen los modelos de identificación, es la zona de significaciones compartidas encargadas de organizar las identidades sociales. Tanto la comunicación humana y todo lo que se produce el ser humano, está basado en la capacidad de simbolizar, atravesada por la cultura resultante de un proceso de producción social bajo la lógica de que todo proceso de producción deja huellas en un producto.
El tema de la muerte construye lenguajes muy complejos y difíciles de interpretar en una sola expresión, estamos inmersos en una sociedad donde la muerte es un tabú, es aquello que negamos, que duele y teme, sin embargo, es algo que sucede y no podemos escapar de ella. Las construcciones culturales se ven reflejadas en un espacio cargado de simbolismos: el Cementerio, sitio emblemático de expresiones artísticas con potencial cultural reflejando sentimientos de dolor y memoria que ayudan a aplacar la incertidumbre que tenemos sobre la muerte y el destino final. Lo “sociocultural” penetra la desnaturalización de los discursos e imaginarios hegemónicos, donde la sociedad es capaz de interpelar en la construcción hegemónica de las representaciones con dicho espacio de alto valor cultural dignos de ser apreciados.