En 1910, un grupo de inmigrantes catalanes crearon una peña relacionada con las artes, denominada popularmente “el Soviet”, con sede en el emblemático café porteño “La Brasileña”. Esta peña, que se mantuvo activa hasta la década de 1940, reunió a pintores, músicos, escritores, actores, algunos de ellos de paso por Buenos Aires, como el actor y dramaturgo Santiago Rusiñol. El “Soviet” se convirtió en un punto de partida para los catalanes residentes en Buenos Aires, con inquietudes intelectuales. Al mismo tiempo, la peña fue un espacio de sociabilidad para las reuniones de los aficionados a la obra del compositor alemán Richard Wagner, y dio lugar a la puesta en marcha de una Asociación Wagneriana. El objetivo central de la presente ponencia es reflexionar sobre las formas en que la afición por la música wagneriana habilitó tanto espacios de sociabilidad como idearios permeables a la Revolución Rusa -su “recepción” simultánea, los conceptos e imaginarios construidos sobre ella- y la gestación del catalanismo radical. En ese sentido, nos preguntamos: ¿qué sentidos del concepto “Soviet” eran asequibles en ese momento? ¿Cuáles permitieron esta temprana identificación por parte de una nueva asociación musical –ligada a los catalanes y a lo wagneriano– con los consejos obreros rusos? ¿Cómo se vinculó el gusto por la estética musical wagneriana, con el proceso revolucionario ruso, y al mismo tiempo, con los proyectos emergentes de formación de comunidades nacionales?