Este trabajo busca desembarcar en algunas de las relaciones tangibles y, al mismo tiempo, imaginarias, que se dan entre el espacio y el cuerpo, en particular en dos espacios que en ocasiones se construyen como antagónicos: el cuerpo en la ciudad y el cuerpo en el medio natural.
Desde los estudios urbanos tradicionales, se parte de entender la ciudad como avance decisivo en las formas de asentamiento de los grupos culturales sobre una porción del territorio natural. Desde los enfoques interdisciplinarios es posible pensarla como trama legible de relaciones, la vida urbana es un constante y complejo proceso de construcción socioespacial, proceso siempre inacabado. En ella, los habitantes no quedan recluidos, todo lo contrario, colaboran en la creación de modos de habitabilidad, de usos del espacio, de significados y de campos perceptuales.
Sin embargo, son numerosas las representaciones que apuntan a la escisión entre ciudad y cuerpo. Entre ellos, se argumenta que la permanencia en la urbe promueve experiencias que distancian las sensibilidades, tienden a borrar los gestos más primarios y espontáneos, la ciudad sería un espacio ajeno y hostil que asigna recorridos, velocidades, objetivos, formas de contacto y de no contacto. Y parecería ser que las vivencias en el medio natural vienen a reconstituir esos quiebres. La naturaleza invita al hallazgo de lo sensible, el acto de volver a involucrarse en el registro de la presencia y de la identidad, propia y de los otros.
De acuerdo con esto, interesa trabajar a partir de representaciones narrativas y visuales que se difundieron en publicaciones de la prensa argentina, en la primera mitad del siglo XX. Verificar cómo se dan esos contrastes y, también cómo el cuerpo propone diálogos originales para establecer nuevos nexos.