Presentamos un proceso de investigación que arrancó a delinearse en el 2007, permitiendo alcanzar el grado de licenciatura en Antropología a comienzos del 2019, analizando la construcción del proyecto editorial Ángel de Lata como un espacio de articulación, identidad y pertenencia en la ciudad de Rosario, desde un abordaje etnográfico, orientado por la perspectiva teórica de análisis latinoamericana que relaciona comunicación y cultura, como también indagando su carácter de medio de comunicación comunitario, alternativo y popular. A tal efecto, consideramos el contexto económico-cultural que lo atraviesa, los sujetos sociales que han formado parte desde sus comienzos, los distintos lugares que ha transitado y los discursos publicados.
El Ángel de Lata, como medio de comunicación social gráfico, surge de un trabajo colectivo en el año 2000 hasta fines del 2012. El convulsionado escenario social del 2001 posibilitó tramar estrategias de representación y de acción colectivas: movimientos de desocupados, asambleas barriales, fábricas recuperadas y el surgimiento de varios proyectos editoriales (La Luciérnaga en Córdoba, Hecho en Buenos Aires, Barriletes en Paraná, Al Margen en Bariloche, entre otras). Estos proyectos editoriales permiten pensar a la comunicación no solo como una cuestión de medios, sino desde su espesor cultural como procesos comunicacionales en tanto ponen en relación a la comunicación con las prácticas sociales.
En este sentido, reconocemos que la comunicación posibilita la construcción de espacios de articulación, identidad y pertenencia. El proyecto editorial procuró generar dichos espacios a partir del trabajo colectivo de organizaciones sociales. Nuestro estudio etnográfico nos permitió arribar a las representaciones sociales que se fueron construyendo desde sus inicios.
Mi trabajo de campo (2007-2012) tuvo una participación activa y comprometida, implicando instancias reflexivas sobre el quehacer antropológico. Problematizamos al campo como el mero lugar donde uno construye su objeto y problemática de investigación, sino también donde una misma se evalúa como investigadora, ya que es percibida por esos “otros”. El campo se transforma en un continuo de reflexión que no se agota en el “estar allí”, sino que exige un ejercicio constante, en el cual una organiza estrategias de acercamiento y “extrañamiento”.