Los flujos migratorios han importado a Buenos Aires expresiones y festividades religiosas que periódicamente transforman el paisaje de la ciudad. La transformación, simbólica y material, supone la organización y el involucramiento de diversos actores, aun cuando sus motivaciones sean disímiles. En el caso del Barrio Charrúa de la Capital Federal argentina, hace más de 40 años algunos vecinos y la Iglesia Católica llevan a cabo una versión local de la fiesta de la Virgen de Copacabana, santa patrona de Bolivia. Con una participación cada vez mayor, a ella concurren visitantes y agrupaciones artístico-religiosas, tanto nacionales como internacionales.
Siendo una de las fiestas religiosas más importantes de la comunidad migrante boliviana en la Ciudad, en ella convergen distintos actores: devotos, curas, obispos, religiosos, laicos, mayordomos, promesantes, fraternidades, comerciantes, etc. Dada esta diversidad, no resultaría novedoso pensar a la festividad como una arena de disputa para los sentidos otorgados por sus participantes, considerando un espectro que abarcaría desde lo más religioso y espiritual hasta lo más secular. Dadas las múltiples formas de expresión de esta fiesta, esta disputa sería, al menos, discursiva, visual y espacial. Podríamos intuir que en este fenómeno jugará un papel fundamental la relación entre Iglesia y comunidad.
Entonces, ¿cómo describir la diferencia de sentidos en esta fiesta? ¿Cómo pensarla en términos de concesiones y resistencias? Y de existir esta supuesta pugna en la fiesta, ¿cómo es que su realización ha sobrevivido tanto tiempo? Esta investigación tiene el objetivo de analizar las apropiaciones que realizan los actores locales en torno a los elementos del culto a la Virgen de Copacabana, con el fin de comprender cómo las mismas inciden en identificaciones grupales o personales. Para responder las interrogantes, se aborda el tema desde un enfoque etnográfico principalmente, pero dado que el origen de los elementos de este culto remite a coordenadas pretéritas del espacio andino, también serán de utilidad las herramientas que ofrece la etnohistoria, mediante la contrastación de fuentes primarias y secundarias con lo registrado en el trabajo de campo.