El pasaje del “saber” al “poder” o de lo “racional” a lo “operacional” —como con todo acierto lo ha destacado Valery—, es uno de los caracteres sobresalientes del pensamiento moderno. Tal afirmación es particularmente válida en lo que respecta al pensamiento pedagógico francés. La cultura deviene cada vez más un instrumento de acción. El pensamiento pedagógico, que no escapa a esta orientación general de la cultura, abandona la especulación pura, los planteos teóricos, para interesarse particularmente por lo real, en vistas a “operar” sobre esta realidad. Es un pensamiento puesto al servicio de la acción. Podría afirmarse que no existe en Francia —ni en los países de lengua francesa— una “pedagogía desinteresada”.