Un eje central de nuestra propuesta es la de pensar a las huancas - esos monolitos que se hallaban dispersos en el valle de Tafí y alrededores – como partícipes (no siempre voluntarios) de los procesos históricos, políticos y sociales de esta región y de aquellas, en las que su coyuntura fue incidiendo a lo largo del tiempo.
Estas huancas - ancestros vueltos piedra / piedras que encarnan al ancestro – son guardianes de la historia y de la memoria de los pueblos andinos. Su rol, su responsabilidad, es la de definir los territorios, los bienes y los derechos para cada nueva generación. Estas presencias ancestrales los protegen, garantizan su reproducción. Tal vez por eso fueron sistemáticamente utilizados y hasta violentados en el marco de la producción de nuevas territorialidades (sensu Haesbaert).
Desplazando huancas (nominadas en un acto de poder ontológico como “menhires”) se alteraron los anclajes a esas experiencias particulares, histórica y culturalmente definidas, se destruyeron los nexos necesarios entre ancestro y la pacha, dando lugar a procesos de desterritorialización (sensu Mato). Los ancestros pierden la posibilidad de continuar cumpliendo sus funciones, de ser guía y memoria.
Resguardar las huancas en donde están y cómo están, aún lejos de los tiempos en los que fueran erguidos, siempre fue un acto político; uno que, entrelazando pasado y presente, fue forjando nuevas territorialidades.
Restituir las huancas de su destierro, pensamos, significa también un profundo acto político, que retoma esta noción ontológica andina de que “para existir, para ser en el tiempo es imprescindible estar en el espacio”.
En nuestra ponencia nos proponemos reflexionar sobre estos puntos, partiendo de experiencias específicas de nuestra práctica profesional en el Valle de Tafí, incluyendo algunas voces de gente con la que venimos abordándola, desde hace ya tiempo atrás.