Las mujeres medievales según fuera su lugar en la sociedad debían ser “resguardadas” de las miradas lascivas de algunos hombres, mucho más, las jóvenes doncellas quienes no solo debían cuidarse de las lenguas inescrupulosas o de las miradas indiscretas; sino que además debían preservar su virginidad hasta la concreción del matrimonio. Por lo tanto la valoración de ellas dependía de la obediencia a los valores impuestos desde la familia; esto mismo puede apreciarse desde dos obras medievales como la “Tragicomedia de Calixto y Melibea” de Fernando de Rojas y la obra “El Corbacho” de Francisco Martínez de Toledo, Arcipreste de Talavera.
En ambas obras los valores requeridos para las doncellas aparecen claramente descriptos, y a través del empleo de ejemplos moralizantes se pretende llegar a la conciencia de estas para evitar que sucumban en errores nefastos; pero en el caso del Arcipreste estos errores aparecen como consecuencia misma de la condición femenina.
Es por ello que a partir del análisis comparativo surgirán a la luz algunos argumentos que permitirán clarificar la imagen de la doncella bajomedieval, su rol y su papel en la sociedad castellana.