La territorialización de la Universidad Pública (y de las prácticas en este marco) implica reconocer y reconocerse en la trama de actores que conforman un espacio de intervención, con intereses y miradas propias que se encuentran, no sin conflictos y tensiones, con los intereses y proyecciones de los otros que forman parte del espacio compartido. Se trata de interacciones que suceden en el trabajo territorial, las que además se gestan en los distintos niveles en los que se articula (como se dijo, no sin conflicto de intereses). Constituimos dinámicas en las que se suceden al mismo tiempo, aunque no siempre con las mismas intensidades, relaciones entre sectores (público y privado), áreas de intervención (salud, educación, justicia, entre otras), acciones de gestión asociada o problemáticas que demandan abordajes transversales. Este proceso práctico -implicado en la constitución del Centro de Innovación y Desarrollo para la Acción Comunitaria (CIDAC) dependiente de la Secretaria de Extensión de la FFyL de la UBA- es el que pretendemos objetivar en el desarrollo de esta ponencia.
Apelamos para eso a revisar nuestra propia práctica, a hacerla objeto de reflexividad antropológica. Lo haremos a partir de volver a poner sobre la mesa algunas de las dinámicas que hemos generado tanto en el nivel territorial-comunitario como en el institucional con el sentido de identificar límites, tensiones y alcances de una experiencia que desde sus orígenes busco ser transformadora de las lógicas hegemónicas al interior de la universidad.