En el ámbito de los estudios coloniales, la pregunta en torno a la espacialidad en las Crónicas de Indias ha adquirido renovado impulso en las últimas décadas, resultado de nuevas aproximaciones críticas y del “cambio de paradigma” que anunciaba Rolena Adorno en 1988. En ese marco, variadas investigaciones (Mignolo, Mundy, Padrón, López Parada) han revisado representaciones cartográficas de ciudades emblemáticas como Cuzco y México, atendiendo a la colonialidad que articula estas imágenes. Para ello, se han centrado en crónicas de tradición occidental, entre las cuales las Cartas de relación de Hernán Cortés y el Mapa de Nuremberg ocupan un destacado primer plano. Aunque incipientes, los estudios sobre crónicas mestizas (Lienhard, 1982) han sido más esporádicos, y entre ellos ha prevalecido la pregunta por la representación de identidades y subjetividades antes que por el espacio. En este trabajo me referiré brevemente al estado de la cuestión en los estudios coloniales y luego me centraré en la ciudad en algunas crónicas mestizas novohispanas, a las que abordo desde una perspectiva comparativa y en relación con sus tramas y configuraciones identitarias.