El culto a los ancestros practicado por gran parte de la población garífuna de Livingston (Guatemala) forma parte de una serie de complejas acciones rituales en el marco de lo que localmente se reconoce como “espiritualidad garífuna” y que contiene hibridaciones de elementos simbólicos afro-amerindios y católicos. El acceso al estudio de estas prácticas resulta problemático, ya que tanto la máxima escena ritual (Chugú- Dügü) como otras intervenciones (juntas, curaciones, misas) se desarrollan en el ámbito privado y configuran un conocimiento experto controlado por un grupo de personas que conforman el etnodenominado Círculo de la Espiritualidad Garífuna. Se trata de una agrupación de estructura jerárquica que reúne a líderes, músicos, médiums y personas vinculadas con la organización de las ceremonias que son elegidas por los espíritus ancestrales para preservar y desarrollar la espiritualidad local. Los vínculos establecidos con los elegidos se dinamizan a través de revelaciones oníricas, sonidos y señales con las que los espíritus expresan sus necesidades rituales que, en caso de no ser satisfechas, generan la aflicción de los vivos, quienes padecen trastornos físicos-psíquicos con diversos síntomas que deben ser especialmente tratados. Las prácticas de interpretación, curación y ritualización de la enfermedad atribuida a la capacidad de agencia de los espíritus se presentan como mecanismos simbólicos socialmente construidos, legitimados y eficaces que expresan un sistema de creencias que requiere un abordaje particular en referencia a la etnicidad y la ontología garífuna. A partir de un extenso trabajo etnográfico en la zona, me propongo analizar y reflexionar sobre los procedimientos rituales relacionados con la aflicción espiritual garífuna por medio de testimonios y experiencias de primera mano realizadas con líderes e integrantes de la espiritualidad local, médiums y adherentes a estas prácticas.