Como docente de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la UNLP, año a año se me plantea el mismo interrogante: de qué forma poder mejorar nuestra actividad pedagógica para y con nuestros estudiantes. Esta pregunta, común a muchos de los docentes de la FAU, tiene varias aristas que indefectiblemente comparten similares orígenes y seguramente posibles y diversas hipótesis de solución. La masividad, el nivel de conocimientos con los que los estudiantes ingresan a la universidad y la actitud con la cual los alumnos transitan nuestras clases, suenan a diario como las excusas perfectas para desligarnos de las responsabilidades que como docentes nos corresponden para analizar, evaluar y modificar las variables que inciden en los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Las nuevas generaciones manejan códigos de comunicación diferentes a los que usábamos nosotros a su edad. Las nuevas tecnologías han transformado las tradicionales formas de comunicación. Las teorías y prácticas pedagógicas deberían incorporar estas nuevas maneras de comunicarnos y nosotros, los docentes, adaptarnos a ellas para no quedar “incomunicados” con nuestros estudiantes.
Por lo citado, en este trabajo se identifican algunos de los verdaderos problemas que actualmente se nos plantean en el ejercicio de nuestra actividad docente, a partir de los cuales se proponen posibles acciones que pretenderán mejorar nuestro rol de formadores de futuros profesionales.