El objeto de la ciencia se construye como un producto de la mente, del pensamiento y de los conceptos a los cuales adhiere dicha ciencia (distintos a los de la religión, el arte o, inclusive, otras disciplinas científicas, las cuales realizan recortes sobre, tal vez, el mismo objeto, pero desde otro punto de vista el cual no podría ser aplicado en la ciencia que lo está constituyendo. Vale aclarar que dicha construcción siempre va en contra del sentido común. La simple percepción del objeto, la evidencia primera, no alcanza para constituirlo. Es preciso interrogarlo, cuestionarlo, establecer nuevas categorías y nuevas relaciones entre los conceptos.