El estudio de la llamada «alteridad cultural» encuentra en la extensa producción alfonsí uno de los terrenos más fecundos para su exploración. Dos aspectos sorprenden de inmediato al acercarse a la complejidad del reinado de Alfonso X y de su universo literario. El primero es esa tan mentada maravilla de colaboración y de creación colectiva entre musulmanes, judíos y cristianos, empeñados conjuntamente en un scriptorium que, evocado a través de la descripción de Gonzalo Menéndez Pidal (1951), imagino dinámico, febril y fecundo. El segundo es, a primera vista, la estridente contradicción de lo primero: un discurso duro que parece denigrar a los moros y a los judíos, presentándolos como personajes negativos, tanto en las Cantigas de Santa María, como en las Siete Partidas o la Estoria de España. El presente trabajo ha surgido de la provocación causada por este contraste dramático.