Los nuevos requerimientos pedagógicos convierten al programa en un instrumento para el docente como guía orientadora de la enseñanza y para el alumno como un facilitador en la organización de su aprendizaje. Un programa debe organizar y secuenciar los contenidos proporcionando los fundamentos adecuados a la selección propuesta, planteando propósitos a la adquisición de los mismos, estipulando la forma de evaluación y acreditación y la bibliografía apropiada. Las unidades que lo componen no deben ser contenidos fragmentados, deben articularse entre sí, a veces secuenciados linealmente, otras espiraladamente y se estructuran a partir del eje del programa.