La complejidad conceptual del término “traducción” y la dificultad para definirlo nos lleva a realizar un análisis histórico para poder así observar cómo la “traducción” ha sido comprendida y practicada en las sociedades modernas. La importancia ético-política de la traducción está asociada con la construcción, transformación o interrupción (discontinuidad, quiebre) de las relaciones y comprende además obligaciones morales por parte del emisor como del receptor. La representación de la traducción produce efectos socioculturales y sirve como una herramienta mediante la cual los individuos imaginan su relación con una determinada comunidad nacional o étnica e internacional.
Hasta el siglo XX a la traducción se la consideraba desde una perspectiva casi exclusivamente filológica. Con la introducción del formalismo ruso a mediados de dicho siglo y posteriormente con el estructuralismo, el concepto de traducción continuó conformándose con un carácter marcadamente lingüístico; la teoría de la comunicación trajo luego la adopción de la Sociolingüística y la Psicología como disciplinas hermanadas. Hoy en día las disciplinas modernas como la Estilística Comparada, la Literatura Comparada, la Semántica, la Gramática Transformacional y Sistémica, las teorías comunicativas, la de polisistema, las teorías cognitivas o la de la relevancia se relacionan con la disciplina que nos ocupa sin que ninguna de ellas la abarque totalmente por sí sola.