Hay dos clases de obras literarias: las que son leídas por muchas personas y las que lo son por pocas. Entre las primeras no suele haber gran cantidad de obras geniales y sus autores raras veces merecen los honores de la estatuaria. Las segundas son todas profundas y bien pensadas, superiores al medio ambiente en que ·son producidas, accesibles únicamente a la más depurada élite intelectual que las divulga, traduciéndolas a un lenguaje adecuado a la mayoría, de suerte que, si al cabo de cierto tiempo el público vuelve a ellas, el asunto carece ya de novedad, la forma es anticuada y las generaciones nuevas las ensalzan sin leerlas, excepción hecha del exiguo número de personas que perpetúa la tradición de la cultura superior.