Decía un graffiti del mayo francés que “un pensamiento que se estanca es un pensamiento que se pudre”. Interpelado por tamaña aseveración, este trabajo pretende ser un aporte para contrarrestar aquella tendencia en el modelo de enseñanza y aprendizaje del Derecho, teniendo como punto de partida dos aspectos centrales: 1. el dogmatismo que históricamente ha imperado en la formación jurídica y que ha dilatado progresivamente la distancia entre el universo jurídico y las problemáticas populares, reforzando de esta manera los engranajes de un sistema injusto y desigual; y 2. el complejo impacto que tuvo la pandemia sobre los segmentos más postergados de la sociedad, cuyas consecuencias pusieron en evidencia y profundizaron aún más las realidades de exclusión y marginalidad.
Apartado de una mirada resignada o complaciente, este trabajo propone recuperar la extensión universitaria como dispositivo de acción y construcción transformadora, destacando la potencia (y la urgencia) de disputar el sentido de su orientación en clave de derechos humanos, con la perspectiva de impulsar iniciativas integrales y creativas que perforen trasversalmente los planes de estudio, los programas curriculares y el formato educativo tradicional.