El contexto energético nacional, fuertemente incidido por la participación de gas natural (descubrimiento de Loma La Lata en 1977), y el programa político neoliberal adoptado, fundamentalmente en la década del ’90, profundizaron la liberación del mercado energético a actores privados, desplegando un escenario de regulación estatal institucionalmente fragmentado, que impulsó, entre otros aspectos, la monopolización de redes y prestación de servicios públicos. Estas políticas se tradujeron en serias consecuencias en el costo y la calidad del servicio domiciliario, con tarifas y precios al consumidor que crecieron sustancialmente. Posteriormente, si bien es posible identificar una serie de políticas tendientes a reforzar el rol del Estado en materia energética, entre 2002 y 2015; en 2011, la balanza comercial del sector energético fue deficitaria, proceso que se acentuó hasta el año 2015, donde se produce un cambio de gobierno y de bandera política, con una nueva gestión que, a fin de reducir el déficit fiscal, llevó a cabo una serie de ajustes y recortes en los subsidios a los servicios energéticos. A partir de esta reestructuración y del aumento en las tasas de desempleo, inflación, pobreza e indigencia, el gobierno nacional comunicó la incorporación del concepto de “Pobreza Energética” (PE), en la órbita del Ministerio de Energía y Minería. La definición del concepto de PE surge de las investigaciones posteriores a la crisis del petróleo de 1973 y refiere a la imposibilidad o las dificultades que tiene un hogar para acceder o costear los requerimientos energéticos considerados como básicos para el desarrollo y el mantenimiento de la vida digna. Y si bien existen numerosos indicadores que abordan la problemática desde distintos enfoques conceptuales, el más utilizado en la bibliografía nacional define en pobreza energética a aquellos hogares que destinan más de un 10% de sus ingresos al pago por el conjunto de servicios energéticos (electricidad, gas y/u otros). Sin embargo, se reconocen limitaciones teórico-metodológicas por parte de este indicador, a partir de aportar una mirada sesgada y unidimensional de la PE, que no contempla la privación de necesidades en un determinado tiempo y espacio, y la percepción de las personas, de acuerdo a las costumbres y cultura de la sociedad a la que pertenecen. Por lo expuesto, la investigación aborda el desafío de desarrollar una metodología analítica para la identificación y caracterización de hogares en Pobreza Energética, adoptando como caso de estudio la región del Gran La Plata. Para ello, se analizarán variables socio-demográficas, socio-económicas, energéticas y constructivas, identificando áreas de comportamiento homogéneo en el territorio, que permitan construir escenarios urbano-energéticos prospectivos y desarrollar pautas propositivas, estrategias, medidas y alternativas tendientes al acceso universal y la equidad energético-territorial.