El objeto de la tesis es el microdelito cometido por jóvenes varones, es decir, el delito callejero y predatorio, un “delito común” caracterizado por la falta de planificación y el repentismo. Delitos cometidos al boleo, sin evaluar las consecuencias, donde no suelen medirse los costos que se corren en relación a los beneficios que pueden obtenerse. Un delito económico, es decir, realizado sin capital social, sin capital cultural, sin capital simbólico, pero con mucha adrenalina, miedo, alegría, rabia. Un delito precario y a veces muy precario, que vuelve duros a sus protagonistas, que los prestigia. Pero no solo vamos a hablar de los pequeños robos y hurtos o las violencias que se ponen en juego en ellos, sino de las otras transgresiones que suelen cargarse a sus actores, que componen la cultura de la dureza que desarrollan para hacer frente a las humillaciones.