Atardece, un hombre muere en un campo de girasoles. Al llegar la noche, su espectro se materializa para encontrar la causa de su muerte. Tras una introducción clara y nítida, se contrapone un segundo momento de oscuridad e interferencias. Este último será el eje del presente cortometraje, donde se aborda el ruido como elemento simbólico y poético. Un seteo extremo de la sensibilidad de cámara nos permite ver, aunque de manera difusa pero abrumadora, aquello que se oculta en la noche.