Intentemos, por nuestra parte, un primer esbozo de respuesta ante la cuestión de cuándo un texto es literario o es filosófico. Digamos, en consonancia con la consideración proustiana respecto del lector: precisamente, en la lectura. Es, en definitiva, el lector, quien enfoca la perspectiva con que se lee un texto. Así, no podría negarse que es en la lectura y posiblemente solo en ella, que puede satisfacerse tal disyuntiva. En tal supuesto, también podría plantearse incluso, la posibilidad de un abordaje literario de la filosofía y uno filosófico de la literatura. Es decir, la lectura es susceptible de constituir (o no) una comprensión filosófica de un texto literario y, viceversa, la comprensión literaria de un texto filosófico.