Me he ocupado de la Pítica 4 de Píndaro que se prolonga por cerca de trescientos versos, en los cuales la referencia a tiempos y espacios remotos expone un ejercicio de persuasión –semejante a los Apólogos de Odisea–. La intención manifiesta del autor procura conmover al rey Arcesilao de Cirene, jactancioso y despótico al parecer, además de demasiado joven, para que perdone al noble cirenaico Damófilo, quien padece el exilio y sueña con morir en su propia tierra. Especialmente en la última tríada el poeta sugiere que el damnificado ha cambiado su actitud y que merecería –y a Arcesilao le convendría políticamente– aceptar la reintegración social del hombre enfermo.