La contemporaneidad nos presenta nuevos parámetros para pensar y desarrollar nuestras contribuciones específicas.
La gráfica construye su práctica a través de diferentes formas que le otorgan identidad, caracterizada por la impresión, donde se incluyen soportes físicos y contextos tecnológicos que brindan al campo la posibilidad de plasmar huellas, letras, textos, palabras, elementos casuales o prefijados.
Desde este conjunto de posibilidades partimos para reconocer “nuestros mundos.” El mundo de lo reproducible, lo editable -desde cualquiera de todos sus formatos-, los detalles del proceso creativo gráfico y de una reflexión sobre la construcción de este modo de producir arte y su actualización en nuestro contexto. Aquí operan otras retóricas que son intrínsecas a la producción, repetición, convivencia, tecnología y nos lleva a pensar que desde la gráfica contemporánea no convivimos con las imágenes del arte, sino que reclamamos una pertenencia propia.
En la conjunción de la huella, la edición y la falla se dirimen los procesos que dan sentido a la gráfica artística contemporánea, interacción en que se resume la triada que le da soporte.
Con nuestras prácticas propiciamos un cambio de mirada sobre las competencias del grabado, impreso, y gráfica artística, adecuados a convivir con “discursos” que sostienen la relación del grabado con las técnicas de estampación.