Desde los primeros momentos del “descubrimiento” de América, la corona española se interesó por las características de la naturaleza y de las poblaciones que allí habitaban, haciendo preguntas sobre los diferentes aspectos de los territorios. A medida que pasaban los años las preguntas se iban organizando en torno a cuestiones cada vez más precisas y complejas, como aquellos aspectos geográficos, demográficos, zoológicos y botánicos. En este marco, ésta última resultaba de interés ya que era una fuente de alimentación, medicina y comercio en general. Durante el siglo XVI se desplegaron largas expediciones encomendadas por el rey de España, Felipe II (1556-1598) dando como resultado una amplia variedad de códices, entre ellos el códice Pomar (1590) que se encargó de taxonomizar hasta el último recurso vegetal y animal. El objetivo del presente trabajo, se orienta al análisis de aquellas imágenes que nos permiten realizar una aproximación al modo de percibir y representar el espacio, la flora, la fauna y los sujetos en América. Al respecto, la necesidad de estudiar y comprender la realidad de estos territorios configuró una aparente “ausencia”, colmando páginas construidas a partir de espacios etéreos, que entendemos dan cuenta de lo que Aníbal Quijano (2014) y Juan David Gómez-Quintero (2010) denominan como una colonialidad del poder, saber y ser.