Durante siglos la humanidad ha sido afectada por la Sífilis, una enfermedad infectocontagiosa de transmisión sexual, cuya incidencia ha variado considerablemente en la población global, y que en la actualidad ha llegado a escalar niveles preocupantes. Numerosas investigaciones atribuyen este incremento a las múltiples interacciones fisiopatológicas que ocurren en la infección por HIV. El curso evolutivo de la sífilis adquirida ha sido dividido convencionalmente en tres periodos: primario, secundario y tardío. El periodo secundario representa la etapa más contagiosa de la enfermedad y con presencia de múltiples manifestaciones orales, cutáneas, ganglionares, óseas, viscerales, neurológicas y sensoriales. El pronóstico de los pacientes infectados por el Treponema pallidum está directamente relacionado con un diagnóstico precoz y la eficacia del tratamiento.