El reconocimiento estatal sobre la tortura sexual durante la dictadura vino de la mano de la creación del Informe Valech (2004 y 2011), el que abrió un espacio para el habla de los/as sobrevivientes a la prisión política y la tortura. Uno de los aspectos importantes del informe fue la visibilización de la violencia generizada al incluir una sección específica sobre la tortura sexual (Hiner; 2013, 2015). No obstante, términos jurídicos no fue hasta el año 2010 que se presentó en la justicia la primera querella por tortura sexual (Patricia Herrera) y en el año 2014 las primeras por violencia sexual. Cabe mencionar que gran parte de aquellas mujeres militaron en el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y en la actualidad pertenecen a colectivos feministas, posicionamiento político al que se acercaron en el exilio.
El presente artículo propone inscribir la violencia sexual en la tortura como parte sustancial de la estructura represiva del Estado terrorista a través del estudio de caso del centro de detención y tortura la Venda Sexy. Centro que operó entre 1974 y principios de 1975 durante el periodo selectivo de la represión, en una comuna residencial de Santiago. Se especializó en la violencia sexual, siendo relevante para visibilizar y reflexionar sobre cómo ésta fue parte de la racionalidad de la tortura, de carácter sistemático y generalizado. Para su estudio, en un primer momento se describirá el proceso de articulación de la represión durante el primer año y periodo selectivo de la violencia. Posteriormente se buscará visibilizar la violencia sexual como método masivo de tortura y qué lugar ocupaba la Venda Sexy en el conjunto de la estructura represiva.