El alcance transformador/conservador de la cultura por parte de los espacios educativos en general no puede analizarse por fuera de las condiciones sociales, económicas e institucionales, desde ya materiales, que los constituyen y regulan. Más allá de los horizontes y búsquedas políticas emancipatorias a través de la educación como herramienta, lo cierto es que estas prácticas, ancladas en territorios problemáticos disímiles, presentan configuraciones de sentido diversas y contradictorias.
El presente trabajo aborda la pregunta por los sentidos sociales y singulares puestos en juego en el marco de las actividades educativas (curriculares, extracurriculares e informales) y culturales desplegadas en el espacio carcelario. Cómo pensamos el carácter libertario de la educación en el marco de las conflictividades del territorio carcelario, definido como un espacio de tortura multi-dimensional, diseñado para su inhabitabilidad estructural. Y a su vez, las inminentes dificultades que encuentran las estudiantes para continuar los procesos educativos e insertarse en el mercado laboral/profesional en el post-encierro. Pero también emerge la pregunta por aquello que mueve a las mujeres a seguir participando de estos espacios, a pesar de estos condicionamientos.
En primer lugar, se describe el contexto en que fue desarrollada la intervención de campo, en la Unidad Penal N°8 de Los Hornos, distrito La Plata (Pcia. de Buenos Aires, Argentina), y se puntualizan las consecuentes decisiones metodológicas. En segundo y último lugar, se exponen testimonios de mujeres detenidas que reflejan las tensiones inherentes a la articulación del campo educativo y carcelario; sus modos de participación y significación. La ponencia espera aportar algunos elementos críticos para el análisis en torno al rol de lxs educadorxs en cárceles hoy, y al mejoramiento/enriquecimiento de las perspectivas y prácticas de trabajo.