En modo más o menos explícito, quienes han venido juzgando como críticos la literatura argentina señalaron repetidamente, al valorar obras y autores, los contactos o los parentescos que percibían con corrientes estéticas y con escritores europeos: no sólo y no tanto españoles, sino primordialmente —por conocidas circunstancias históricas o por persistentes modas— franceses y aun ingleses. El influjo de un arte literario secular y de riqueza variadísima como el italiano casi no se sospecha en esos estudios —aunque doctos y prestigiosos—, o su referencia se reduce a una alusión fugaz, sin peso, no pocas veces dubitativa. Sin embargo, era conjeturable que un pueblo que tan temprana y caudalosamente se incorporó al itinerario argentino le ofreciera, además de presencias laboriosas, de aportes materiales y de apoyos técnicos, el ideal y fecundo concurso de sus tradiciones culturales; y era espera- ble la inteligente aceptación de esa propuesta Los ensayos que componen este volumen procuran precisamente demorarse en la consideración de páginas argentinas en las que entrelucen matices y rasgos de otras italianas, y develar algunos de los frutos que el conocimiento admirativo y hondo de creadores peninsulares, no exclusivamente clásicos sino contemporáneos, no sólo indiscutibles y cimeros sino también de dimensiones menos gigantescas, ha permitido recoger a poetas, narradores y dramaturgos argentinos. El panorama dista mucho de haber sido abarcado por completo; pero acaso a este primer grupo de notas pronto pueda seguir otro, para el que ya se han reunido numerosos apuntes.