La enfermedad de Chagas-Mazza, también conocida como Tripanosomiosis americana, es una parasitosis hemática e hística producida por un protozoo flagelado, Trypanosoma cruzi, y transmitida a los humanos por distintas vías: la vía vectorial, a partir de las deyecciones de artrópodos insectos, hemípteros, hematófagos, de la familia de los triatominos, de los cuales, el de importancia en nuestro país es Triatoma infestans; y la vía no vectorial, que incluye transmisión vertical o transplacentaria, connatal (en el momento del parto), transfusional, trasplante de órganos, manipulación de sangre y animales infectados y la vía oral.
En 1909 el médico brasileño Carlos Justiniano das Chagas, trabajando en el Estado de Minas Gerais en Brasil, descubrió los vectores infectados y al protozoo que causa la enfermedad, al que llamó Trypanosoma cruzi en homenaje a su maestro Oswaldo Cruz. Logró identificar todos los elementos de la cadena epidemiológica de la enfermedad: el transmisor, el parásito, los reservorios, y las manifestaciones de la enfermedad en el hombre. También planteó la hipótesis del control de los triatominos como medida de prevención.
En nuestro país, Salvador Mazza, médico e investigador argentino, dedicó casi toda su vida al estudio de la Tripanosomiosis y otras enfermedades endémicas. Ayudó a fundar la “Misión de Estudios de Patología Regional Argentina” (MEPRA), y describió los vectores y reservorios de T. cruzi en las Provincias de Jujuy, Salta y Tucumán.
Esta enfermedad cursa con una primera fase aguda, seguida por una fase crónica que se divide a su vez en fase crónica sin patología demostrada (antes llamada latente o indeterminada) y fase crónica con patología demostrada.
Debido a las complicaciones en la salud de un alto porcentaje de las personas infectadas, a las consecuencias sociales, laborales y al alto costo para los servicios de salud el manejo de sus complicaciones, representa un grave problema de salud pública en nuestro continente y requiere un abordaje interdisciplinario.