La supra-ordinación de las Constituciones y de las Convenciones Internacionales pone en tensión el paradigma positivista de la modernidad. Cambia el rol de los operadores jurídicos, quienes deberán desarrollar una tarea hermenéutica de mayor complejidad y creatividad, armonizando las reglas de derecho de los diferentes contextos normativos. La formación de los operadores jurídicos en nuevas temáticas transversales (el enfoque de género, el impacto de las TIC en la práctica profesional, las técnicas de mediación, la transparencia y ética profesional, los derechos de los colectivos con derechos vulnerados y su acceso a la justicia) forman parte de contenidos obligatorios para los nuevos planes de estudio de la carrera de Abogacía. Es indispensable la formación de profesionales que asuman un perfil comprometido con la sociedad. Los lazos interinstitucionales -universidad y sociedad civil- y la reflexión científica sobre las prácticas profesionales son herramientas que hacen viable ese cambio.