Historizar la cuestión de la inclusión al interior de las carreras de inglés en tanto lengua moderna hegemónica en la matriz colonial del poder (Mignolo 2006, 2010, 2013, 2015) implica asumir una anterioridad no sólo permanentemente exclusionaria y centrífuga en términos académicos sino, además, con sesgos activamente etnoraciales en cuanto a la existencia de una estructura jerárquica racializada, si acordamos con la concepción de “raza” en tanto categoría inaugural de la modernidad propuesta por Aníbal Quijano (1992, 2000) y en plena vigencia.
El derecho a la inclusión siguió siendo vulnerado aún después de la Ley de Educación Superior (LES) 24521 (1995). Solo a partir del año 2016 (y las discusiones de la comisión de Plan de Estudios que antecedieron) -y luego de la amplia reforma de la LES en 2015- con la creación y puesta en vigencia de la materia Introducción a la Lengua Inglesa (Baum et al 2018), empezó en la FaHCE el desmantelamiento filosófico del dispositivo anterior basado en la idea “lavada” de conocimiento previo, niveles, estándares de proficiencia, etc.
Desenquistar estos dictums anudados a la “excelencia académica” es aún un camino en proceso, una urdimbre que implica desaprender y reaprender todo un imaginario del “ser profesorx/traductorx/licenciadx en lengua inglesa.”