Provengo del campo educativo, la preocupación ha sido no solo de la construcción de la Memoria, las resistencias y los DDHH sino de la clarificación y orientación que de estas relaciones se pueda dar a la pedagogía de la Memoria y a una Educación en Derechos Humanos, fundamentando los caminos posibles de la pedagogía a partir de resoluciones brindadas en el derrotero de las memorias construidas y de las resistencias mantenidas en el marco de los DDHH. Como formadora de formadores entiendo el papel que nos cabe en el abordaje y definición de las políticas de la transmisión, de los fundamentos y consideraciones éticas políticas a asumir desde una pedagogía militante de una cultura democrática.
Está claro que tenemos a la pedagogía de la memoria como una de las políticas públicas tempranamente postulada en Argentina para el cuidado y protección de la verdad, sin embargo como docente de Residencia y Prácticas corroboro algunas limitaciones en el campo de la transmisión, relativas a los sujetos comprometidos en la misma, como el que tienden a ser abordadas mayormente por quienes de algún modo están vinculadas/ os a un pasado caracterizado por la violencia, la persecución y/o el genocidio, porque son profesores que fueron presos políticos o cesantes en la última dictadura, porque fueron o aún lo son militantes activos de organizaciones de DDHH o porque tienen un familiar que fue perseguido, exiliado, preso, muerto o desaparecido. Y en el resto de los sujetos de la transmisión, los formadores tienden a primer un curriculum oculto o recortes sesgadores de la historia y el pasado.