¿Podemos discutir que la revolución tecnológica marcó un antes y un después en la historia de la humanidad? Sin dudas, la respuesta es un cerrado no. Lo que sí nos cuesta dimensionar aún, es la profundidad de ese cambio. Y es lógico, puesto que la cotidianidad y la cercanía pueden hacernos perder perspectivas. Para abordar la enseñanza del derecho no alcanza con las respuestas que conocemos. Debemos, los docentes, estimular la formulación de buenas preguntas que permitan diagnosticar qué necesitamos para adaptarnos a las nuevas exigencias educativas del siglo XXI.