¿Cómo voy a hacer? Es la pregunta que todos los que hemos atravesado la puerta de entrada del aula rural nos hemos hecho, para intentar comenzar el vínculo pedagógico con esos niños que a primera vista nos resultan una miscelánea de edades, necesidades, contenidos, temas y otros demases…
Quien esto escribe pidió (y recibió) mucha ayuda de colegas, directoras e inspectoras para adentrarse en ese desafío. Una de esas compañeras me recomendó un libro al que describió como “simple y lleno de ideas, pensado para una maestra y no para los charlatanes”. El libro simple y lleno de ideas no era otro que el doble volumen de "La Escuela Rural Unitaria", del maestro, pedagogo, inspector y original representante de la corriente escolanovista, Luis Fortunato Iglesias.
¿Y por qué venir aquí a reseñar este libro un tanto olvidado por los interminables cambios de moda de la literatura educativa?
Las razones a enumerar pueden ser muchas. Yo solamente voy a nombrar ahora la que considero más importante: "La Escuela Unitaria" resume, como pocos libros sobre educación, la fuerza de la combinación entre el hacer y el saber y entre la idea y la acción, desde la perspectiva de quien pone a prueba diariamente sus convicciones didácticas, pedagógicas y, por supuesto, políticas e ideológicas.