En este trabajo me propongo argumentar que es posible pensar el poder, según Arendt define al término, en circunstancias en las que la posibilidad de acción en concierto ha sido anulada (en situaciones de dominación, dictaduras y totalitarismos). Contra lo que una lectura tradicional, y sin duda fundada, de la obra de Arendt nos inclinaría a suponer, propongo que la ausencia de acción puede ser analizada en términos de un poder plural, potencial y, sobre todo, preeminente. Esto es lo que significa la idea de “un poder tras la dominación” sugerida en el título. Sostendré pues que el poder (en el sentido que H. Arendt entiende a este término) tiene una preeminencia sobre la violencia, la fuerza y la dominación. Para desarrollar nuestro argumento partiremos del siguiente principio: ni la posesión del monopolio de los medios de violencia ni el ejercicio de la dominación ideológica son suficientes para establecer y sostener un régimen de dominación en una sociedad. Este principio, sobre el cual no nos detendremos, no es original. Está presente, por ejemplo, en la filosofía de la historia del materialismo histórico: la dominación de clase depende del desarrollo de las fuerzas productivas.